viernes, 17 de julio de 2015

No existe la muerte, solo existe la Fuerza

Con el amanecer, una refrescante brisa se ha levantado, lo que ha ayudado a retirar la humareda del que estaba siendo tu campo de batalla.

La brisa es reconfortante. Tus túnicas se mecen a su ritmo, mientras coges aliento. Sangras. Ignoras el dolor. Nada nuevo para tus experimentados huesos.

El  aire no solo trae la brisa. Puedes escuchar el zumbido de una nave aproximándose. Sirona se acerca a toda velocidad.

Esto solo durará un poco más.

Les sientes. El grande, a tu derecha. La pequeña, a tu espalda. Te están evaluando, como depredadores a su presa. Como depredadores, a los que su boca se hace agua ante la inminencia del próximo bocado.

Aún no estás vencido.

Con una exhalación, giras sobre ti mismo, acariciando con el filo del sable el disparo dirigido a tu espalda. Has hecho blanco. Eso te dejará solo con el grande por un momento.

¡Demasiado rápido! Para cuando puedes reaccionar, te atropella en un vuelo rasante de su Jet Pack. Estás en el suelo. Cierras el puño. Has perdido el sable.

¡Del cielo! Alcanzas a rodar a tiempo cuando dos pesadas botas se estrellan contra el suelo justo donde antes reposaba tu pecho.

La Fuerza devuelve el sable a tu mano. Te creía vencido; se ha confiando. De un salto tratas de alcanzar la mole de metal y carne, acompañando el movimiento de un corte ascendente.

Reacciona, pero no lo suficientemente a tiempo. Alcanzas su propulsor principal, y su vuelo errático deja una estela de humo negro a su paso, haciéndole aterrizar bruscamente.

La mochila ha empezado a arder y trata de desembarazarse de ella, mientras inicias tu asalto.

En un intento desesperado por ganar tiempo, lanza los restos en llamas hacia ti. Los cercenas con tu sable,.

Nada más frena tu avance. Desenfunda una pistola bláster que extiende rápidamente hacia ti, la cual acaba con su cañón cercenado por el corte de tu espada.

Da un paso en falso, cae con una rodilla al suelo. Es vulnerable y ya has decidido que vas a cobrar su vida.

Tu siguiente paso al frente va acompañado del descender del filo de tu espada sobre su cabeza. El golpe final. Trata de cubrirse con sus manos y tu espada le alcanza.

Tu sable se detiene. Su guantelete está extendido. Puedes ver como cierra los dedos alrededor del filo azulado. La espada crepita y su filo se apaga. 

Triunfal, se yergue en toda su altura. Sus dos manos se aferran a tu cuello. Luchas por zafarte, pero es inútil.

Diriges la mirada al cielo. La Banshee, su bella silueta se distorsiona en la retina, mientras la vista se te nubla, hasta que todo queda sumido en tinieblas...