lunes, 14 de noviembre de 2016

“¿Y veis esta cicatriz en mi costado? ¡Tuve que hacérmela yo mismo en Cholganna! Mis hombres y yo íbamos detrás de la mítica Sa Nalaor

¿Qué son esas caras? ¿No conocéis la historia de la Sa Nalaor? ¡ESTRELLAS, tragadme! ¿De qué Galaxia sois?

La Sa Nalaor es una nave Separatista perdida hacía mucho tiempo. Cuando el movimiento Separatista estaba próximo a fracasar en su lucha, se cuenta que su capitán la cargó con hasta el último crédito que logró reunir. Además, en ella viajaban los mejores cibertécnicos de la Galaxia en aquel momento.

Según contaba la historia, la Sa Nalaor tuvo que realizar un salto al hiperespacio de emergencia durante una batalla en el Borde Exterior. Por lo que se ve, la maniobra no salió bien: el hiperimpulsor debió sufrir fallos en los estabilizadores durante la contienda… y ¡nunca más se supo de ella!

¡Algunos pensaban que se había perdido para siempre! Que había pasado demasiado cerca de una supernova o se había estrellado con la sombra hiperespacial de algún gigante gaseoso. ¡Viajar por el hiperespacio no es como dar un paseo por campo, niños!”

-        ¿Y lo de la cicatriz, capitán Koning?

“Ah sí, la cicatriz. Como os decía, me encontraba en Cholganna, aislado del resto de la tripulación, mientras exploraba por mí mismo lo que parecían… ¡y en efecto: eran! Los restos de una parte del casco de la Sa Nalaor. Cuando… de pronto… se me echó encima sin que diera cuenta un Nexus! El muy maldito debía haber hecho de los restos su guarida, y no debían gustarle mucho los cazatesoros!


¡Yo le disparaba con mi bláster, pero se movía a la velocidad del rayo! Vacíe mi cargador, no sin antes herir a la bestia, pero no fue mortal. Me había dado zarpazos y mordiscos por todo el cuerpo… ¡por lo que íbamos empatados!

Pero yo me encontraba desarmado y sin posibilidades contra la bestia. Conseguí ocultarme de ella por un momento, y mientras ambos nos dábamos un respiro, tomé una determinación: ¡debería batirme con esa bestia cuerpo a cuerpo! ¡Pero mis dientes y uñas no eran rival para un Nexus… así que decidí arrancarme una costilla para usarla como puñal!

-        ¡Oooohhh!

Salí a su encuentro. Ella cojeaba. Babeaba y chorreaba sangre que debía ser mía de entre sus dientes. Yo la tanteaba… dábamos vueltas en círculos, midiendo a nuestro adversario cuando de pronto… ¡saltó sobre mí, elevándose sobre sus cuartos traseros, tratando de derribarme con todo su peso! Y los dos ¡chocamos! Un rayo iluminó las sombras de las ruinas, pues una tormenta tropical había empezado… (no sabéis lo que es llover, muchachos, si no habéis vivido una tormenta en Cholganna). Nos batimos como titanes, ¡rodamos por el suelo! ¡Sus zarpas se me clavaban! Perdí mi arma improvisada en el forcejeo y… cuando consiguió tenerme a su merced, encima de mí, ya me creía vencido, pero… y esto no sé cómo ocurrió, mi costilla apareció en mi mano y, tumbado como estaba, la bestia rugió victorioso a las lunas y, entonces yo vi mi momento y… atravesé con mi improvisado puñal su garganta media docena de veces.

-        ¿Y murió ahí?

“Claro que murió ahí. Su cuerpo inerte me cayó encima. Dio tiempo a que su cuerpo se enfriase antes de que recobrara el aliento suficiente para conseguir quitármelo de encima.

-        Pero hay una cosa que no entiendo capitán… ¿cómo consiguió llegar hasta su costilla para arrancársela? ¿Y cómo pudo luchar sin ella? Eso tiene que doler muchísimo.


“La adrenalina jovencito, ¡la adrenalia! ¡Es nuestro combustible: el desayuno de los héroes! Y ya me he cansado de historias. A ver, pimpollos, ¿alguno sabe jugar al Sabacc o al Prazak? Da la casualidad de que llevó mis barajas encima…

Como bien sabe la tripulación, los juegos de azar no están permitidos a bordo. Señor Koning, le estaba buscando: ¿sería tan amable de acompañarme?