lunes, 22 de junio de 2015

Cocinero encuentra capitán

Las pisadas metálicas de los droides de seguridad inundan el corredor. El prisionero escoltado se sitúa en medio de su jaula de robots, mientras mira a su alrededor despreocupadamente.

Los pasillos no están desiertos y, ocasionalmente, la comitiva se cruza con alguna persona. Una de ellas, rechoncha y embozada torpemente en unas túnicas oscuras, busca los ojos del detenido. Intercambia una sonrisa cómplice y señala con la mirada a lo que sostiene en sus manos.

Apenas este viandante les supera, se escucha un tintineo en el suelo y, tal como si estuviera sincronizado, el sobredimensionado cautivo se lanza a un lado a la vez que una granada de iones explota en el lugar que antes ocupaba. 

Los droides de escolta se estremecen mientras sus circuitos se fríen. El oficial al cargo no ha logrado salir aún de la conmoción de la explosión cuando una enorme masa se abalanza sobre él y lo derriba. El forcejeo no dura mucho, pues rápidamente un golpe en la sien le deja K.O.

- ¡Soy yo, Capitán! ¡Niguiri, el cocinero! Tiene que saberlo señor, aún le quedan hombres leales en el Leviatán.

- No dudé ni por un momento Niguiri. Me alegro de verte.

- ¡Y yo capitán! Deje que le quite esos grilletes. Y tenga esto, cúbrase para que no le recozcan.

El oficial en el suelo parece empezar a reaccionar y, con torpes movimientos, intenta alcanzar su comunicador. Lo que únicamente le sirve para volver a recibir un golpe que le deja inconsciente.

- Oye Niguiri, me rugen las tripas. ¿No tendrás algo de comer por ahí?

- ¡Claro señor, siempre llevo algo encima! A ver esta chocolatina... ah, no... está derretida. ¡Tengo otra! Aquí tiene Capitán.