Dos figuras de las que únicamente se distinguen sus siluetas
hablan al otro lado de la pared de cristal translucido.
“Sorprendidos…”
“…Intolerable…”
“… no me explico cómo ha podido pasar…”
“… hablaremos con ella…”
Una niña de pelo anaranjado a la que le cuelgan todavía los
pies de la silla atiende en silencio y cabizbaja a la conversación que se
sucede a su espalda. Diferentes figuras se deslizan por el pasillo, demasiado
ocupadas en sus asuntos como para prestar atención a la niña.
- Hola corazón. Parece que vuelvo a llegar tarde – una voz y una caricia saca de sus sombras a la niña.
El recién llegado escruta a través del cristal y parece
sopesar la situación por un
- Creo que mejor me quedo aquí contigo – decide,
sonriendo y sentándose al lado de ella. La pequeña esboza una sonrisa triste
para volver a dirigir inmediatamente su mirada al suelo, avergonzada.
El adulto contempla en silencio a la pequeña durante unos
segundos, con el ceño fruncido y apretando los labios, pero relaja la expresión
enseguida.
- ¡Pero mira cómo estás! Se te ha roto la camisa y
tienes el pelo súper revuelto! ¿Qué es
lo que ha ocurrido, Asha?
La niña duda y hay unos segundos de silencio, pero acaba
contestando sin apenas voz y mirando al suelo:
- Me he peleado – confiesa, entre dientes.
- ¿Qué te has peleado, hija? ¿Y por qué has hecho
eso? Ya sabes que no me gustan las peleas, jovencita, no te hemos enseñado eso.
-¡Pero tenía que hacer algo papá! Estaban
haciendo llorar a unas niñas pequeñas. Primero les dije que las dejaran en paz,
pero entonces una me empujó, se rieron de mí y… y… -sniff sniff-. Yo solo
quería hacer que pararan.
El adulto se lleva las manos detrás de la cabeza y se
acaricia la nuca antes de hablar y la mira con expresión severa.
- Y mírate dónde estamos ahora. El director nos ha
hecho venir a tu madre y a mí, tendremos suerte si no te expulsan de la
Institución. ¡Y tú estás hecha un desastre! ¿Estás contenta con lo que ha
pasado?
La niña contesta desafiante
- ¡Yo solo quería que pararan! ¡Se estaban
portando mal y estaban haciendo llorar a unas niñas pequeñas!
Gimotea durante
unos largos segundos y, su padre, tras unos segundos de duda, apoya su mano en
la cabeza. Lejos de confortarla, este gesto hace a la niña romper a llorar y
hundir la cabeza en el regazo de su padre.
- (moqueando) Papá… ¿estás enfadado conmigo? – le
inquiere mirándole fijamente con unos enormes y brillantes ojos marrones.
- ¿Enfado? – medita un segundo su respuesta y responde ablandado-. No hija, no estoy enfadado contigo.
- … Yo solo hice lo que hubiera hecho el Capitán
Maddock…
- … ¿El Capitán Maddock…? (uhnmmm, bajando el tono de voz). – Mejor no
le menciones eso a tu madre, madre, ¿vale? Todavía será capaz de hacer que esto
se vuelva en mi contra.