Capitan Koning

Ficha
- Crrreo que tengo lo necessshario para que podamosss cerrar nuestro... negocio. Vossssotros me pagáis 265.000 Krréditos y yo pongo las dos Cañonerasss y añado inforrmación para un próxhsimo trabajo muy lucrrativo... Así todos salimosss ganando, yo tengo mis Krréditos y vosssotros las naves que necesitáisss y unos ingreessos para ir tirando. Essshta es mi última oferrrta.

Intentas mantener la cara de poker, la negociación ha sido dura y la jornada ya se ha alargado demasiado. Miras de soslayo a Ludo y a Carter, buscando su opinión en su mirada. Ambos parecen dar su aprobación al trato que ofrece Dvakvar, el cual parece haber tenido la negociación, como de costumbre, cogida por los cuernos.

- ¡Trrato hecho entonces! - exclama Dvakvar mientras se escupe la mano y te la estrecha -. Nuestros chicos pueden arrrreglar los detallesss de la operación. Mientrass, te doy el adelanto. Esta misma noche, en uno de missh locales, el Clan Yiyar va a tener una rrreunión con un... cliente. Hay muuuchosss créditos en juego, y han tratado de llevar el negocio con mucha dissshcreción. Ja! Por poco y ni missh informadores lo descubren. Venid esta noche a la Estrella Radiante y os procuraré tener oidosssh en esa mesa. ¡Eso sih! Recordad entrar por el callejón... - .

* * *

Si algo no le falta a Nar Shaddaa son locales y negocios sucios. Esta ciudad parece que fue edificada por un lunático o un genio. Quizá era ambas cosas. Lo cierto es que esta joyita bien se había ganado el sobrenombre de Luna de los Contrabandistas. Si alguien dijo alguna vez que nunca encontraría un lugar más lleno de maldad y vileza que Mos Eisley, es que, sin duda,  no conocía Nar Shaddaa. Desde luego, a los Hutt se les puede conceder un mérito: conseguir mantener civilizado incluso a lo más grotesco de la sociedad galáctica.

El cuarto de seguridad del Estrella Radiante no era precisamente amplio. Tampoco era muy confortable, ni seco... ni nada cercano a ser habitable. A duras penas alcanzáis a entrar tú y tus lugartenientes. Os han dejado solos y el empleado de Dvakvar os han dicho que los Yiyar ya han llegado y están esperando a su cliente. Un micrófono situado en su mesa os deja saber que no están muy locuaces esta noche. la comitiva la forman un rodiano, un zygariano de aspecto felino y un hombre humano.

Mientras el sudor os chorrea por la cara, alguien menudo y encapuchado llega a la mesa y se sienta. Sobresaltados, subís el volumen del micrófono mientras les escucháis intercambiar saludos tensos.
Carter

- Si creéis que no hemos visto a vuestra "escolta", decidle a los gemelos que tendrán que hacerlo mejor la próxima vez - escupe con un tono socarrón el zygariano.

- No es fácil pasar desapercibidos entre tanta chusma - responde una voz aguda y femenina, para nada alterada por el desafío lanzado desde el otro lado de la mesa-. Cualquiera con olfato podría distinguir a un cliente habitual de uno que no lo es. No alarguemos esto más de lo necesario: ¿está listo el  cargamento?

El rodiano azulado emite una serie de siseos, chista y gorgotea con su garganta a modo de respuesta.

- Bien. Espero que esté en perfectas condiciones. Si no es así, me temo que os veréis forzados... a abrir... nuevos nichos de mercado.

- El Clan Yiyar siempre cumple con sus tratos - exclama el humano, alzando el mentón, con un exceso de orgullo. - Mañana por la noche podréis recoger los contenedores. Ahora, entregadnos el 50% , como hablamos.

- El 20% por adelanto, el 40% cuando hagamos el intercambio y lo restante cuando comprobemos la mercancía - expone con frialdad la mujer, con la seguridad de quien está acostumbrado a que se haga su voluntad.

El otro lado de la mesa se agita. Algunas hileras de dientes se muestran y, en la cámara, la figura encapuchada parece todavía más menuda. No podéis distinguir exactamente qué pasa, pero alza la mano suavemente, como haciendo una señal, y todos vuelven a sentarse.

- Los gemelos no son mis únicos hombres en el local. Los fuegos artificiales os distraen y no reparáis en el truco de magia. En cuanto me digáis el muelle de carga me levantaré y dejaré una maleta con 25.000 créditos y no tendré que volver a veros en una temporada... si habéis cumplido con vuestra parte.

Dentro del pequeño habitáculo os miráis de reojo... 25.000 créditos... y ¡sólo es el 20%! Casi saltáis de las sillas pensando en echar el guante al cargamento.

* * *

El cañón de tu pistola bláster humea. Te mueves entre un par de cuerpos inconscientes o muertos en el suelo, mientras tus hombres revisan el almacén para asegurar que no queda ningún Yiyar ni ningún ojo indiscreto. Dos contenedores de grandes dimensiones se encuentran ante vosotros, mientras los piratas se arremolinan alrededor de su capitán, ansiosos por ver la carga y todavía excitados por el combate
Ludo

Con ceremoniosidad, activas el mecanismo que abre el contenedor, el cuál empieza a abrirse lentamente, igual que dos valvas. La luz empieza a penetrar entre las sombras del contenedor, a la vez que un potente y desagradable olor impacta contra tus sentidos. Con un pañuelo en la cara para cubrirlos, das unos pasos dentro de él.

Cuando tus ojos se acostumbran a la luz, no tardas en averiguar de qué se trata el cargamento con el que acabas de hacerte. Una descarga eléctrica recorre tu espalda y hace que aprietes el puño. Quizá tus hombres no lo han visto o lo han confundido con un gesto de triunfo, pues detrás de ti oyes vítores y jaleos a su capitán.

Ludo, a tu diestra, muestra la mayor y más perversa sonrisa que has visto en mucho tiempo, claramente satisfecho.

- ¡Cojonudo capitán! ¡Este es nuestro mejor botín! Hay muchos machos adultos y en buena forma
, pero seguro que hay algún crio. Puede que hasta hembras - se relame acompañando esta afirmación-. Dudo que podamos sacar tanta tajada como los Yiyar, pero va a haber mucha pasta para la tripulación, estarán muy contentos por una larga temporada.