General Rahm Crev

Para cuando las Guerras Clon comenzaron, Rahm Crev se encontraba realizando una de sus primeras misiones en solitario como caballero Jedi en el planeta Lothal. La Orden le había enviado allí para mediar en un grave conflicto interno dentro del planeta, en el que tres facciones estaban a punto de iniciar una guerra que hubiera acabado por destruirles a todos. Tal momento de división y debilidad interna era demasiado jugoso como para dejarlo pasar, especialmente tratándose de un mundo con el valor estratégico de Lothal, por lo que los Separatistas golpearon veloces como un rayo y furiosos como una tormenta. 

Tras los meses de negociaciones, Rahm se había ganado la confianza y el respeto de las facciones locales; de hecho, la paz se encontraba ya próxima a llegar. Con el enemigo común cayendo sobre ellos y, muy especialmente tras un infructuoso intento de los Separatistas de forjar una alianza local con la facción Ordo, estos respondieron cerrando filas con sus compatriotas para hacer frente a
la invasión. Con un ejército formado por tres facciones que inicialmente se odiaban, tuvieron un problema: ¿Quién los comandaría? Nadie sabría decir a posteriori quien lo propuso, ni si quiera si hubo que realizar alguna votación al respecto. Tras el beneplácito del Consejo Jedi, Rahm se encontró liderando al ejército combinado de las tres facciones de Lothal.

La campaña de liberación del planeta fue un rotundo éxito y elevó al General Crev como héroe planetario.Cuando la Orden y la República le llamaron a unirse a la guerra que estaba desmembrando la Galaxia, un gran número de sus hombres se encontraron decididos a seguir a líder a las Guerras Clon, pues su deuda con él era inmensa y su devoción, plena.

Rahm y sus hombres participaron en numerosas campañas, en ocasiones al lado de los soldados Clon, otras de ellas como unidad independiente. Cuando la Orden 66 fue ejecutada, y el destino de muchos generales Jedi, sentenciado, Rahm Crev se encontraba luchando en el Borde Exterior. Libres de la programación mental insertada en los clones que lideraban muchos otros Jedi, el ejército lothaliano se mantuvo del lado de su general. De hecho, su entrega era tal que los oficiales de los regimientos reafirmaron su lealtad hacia él: si daba la orden, le seguirían hasta el mismo corazón de la República, hasta Corusant, donde la infamia había sido consumada.

Conocedor de que eso hubiera sido un ataque suicida con pocas o ninguna posibilidad de éxito, se negó a conducir a sus hombres hacia una muerte segura. Solo la fuerza conjunta de los Jedi sobrevivientes podrían restaurar el equilibrio. Quizá ni eso fuera suficiente...

Ordenó a sus hombres que se licenciaran, que volvieran a casa, con sus familias y seres queridos. Las protestas fueron intensas, se negaron firmemente a acatar su orden. Solo logró persuadirlos cuando aceptó su ultimatun: solo aceptarían su orden de licenciarse si les permitía hacer un juramento. Todos los hombres que le habían servido, llegado el momento en que se lo solicitara, volverían a reunir a los Hijos de Lothal y lucharían junto a su General sus batallas. El juramento fue realizado en el muelle de Crucero insignia de la flota de Crev, el Impávido, momento antes de que el general dejara atrás a sus hombres mientras volaba hacia su búsqueda...